sábado, 26 de septiembre de 2009

Sostiene Lope



Como lo paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

A nadie le interesa ya
ser ciudadano en libertad,
quedando todo supeditado
a ser súbditos con seguridad.

Como lo paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

30 años de democracia
para alumbrar una nueva aristocracia,
que no esforzados en cultivarla
con criterio, sin crimen y sin estafa.

Como lo paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

Queda el Estado para pagar
todo lo que pueda ser subvencionado,
que el ciudadano bien remunerado
es el más fiel aliado del voto depositado.

Como lo paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

El que más disparata, roba y miente
alto cargo y larga bolsa le tienen
reservada los de su camada,
por si luego el favor fuese de retornada.

Como lo paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

Haraganes de sueños,
saqueadores del esfuerzo,
estafadores de abismos
trajineros de infortunios,
Fuenteovejuna
vuestra postrer fortuna.

Como lo paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Valdeavero, territorio liebre


Entre siembras y barbechos,
tirando por lo derecho,
agazapado un trecho,
relámpago delante del sabueso,
matacán y galgo viejo,
socios del despecho.

Qué ave extraña
anida en tus ramas
de sauce hueco
y arroyo seco.
Qué ronco viento
orea la piel
y los huesos
del lagarto muerto.

Valdeavero, territorio liebre,
no me amilana ningún brete;
por más que el puerco gruña
y la bicha silbe,
la rabona salta
a poco que te despistes.

Qué oscuro trasunto
lleva a manirrotos seres
de la apariencia creerse
aquello que pretenden
y obligar a su discurso.

Qué frutos de hiel
todavía quedan
por recoger
en tus romas
colinas de espliego y miel.

Valdeavero,
¡ahí va la liebre!
corre, grita, vuela,
antes que el tempero
se hiele,
se reseque
y muera.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

De Valdeavero su geografía e historia por ser villa muy tranquila y meritoria


III

Es de Valdeavero el Pinoche
su símbolo más apreciado,
el muro más frágil y delicado,
la torre que una dama alada
en su cima un día anidara,
el faro que entre chopos sombreado
al arroyo invoca su triste destino varado
sobre el cauce reseco y estrecho
a veces de agua transitado,
esperando inclinado que el oleaje
del tiempo la orilla menoscabe
el destino implacable de su derrota,
en el suelo derribado donde
al fin proclame: aquí yace y se deshace
de ladrillo y argamasa construido, frente al palacio
para el agua aliado, recreo y bautismo
lo que el hombre orgulloso y necio
desprecia mientras se mantiene incierto,
por poco tiempo que le queda, enhiesto.