viernes, 25 de marzo de 2011

Saudade búlgara (I)

Deslumbra Bulgaria
cuando llegas desde el cielo,
las cúpulas de Sofía,
verde y dorado espejo,
y allí nos esperaban Emil y María.

















Boda zíngara
en la galiana
de la capital,
a la salida,
camino de Rila.

















Entre apretados bosques,
monasterio, aula y santuario,
al cuidado de popes silentes,
jipis de negro sudario
sobre torrenteras transparentes.

En Tárnovo, delicada alcazaba
y calles empinadas,
arbotantes de un tiempo pretérito
que quedó suspendido
en casas al filo del tajo asomadas.
Arbanassi, discreta iglesia
de interior resplandeciente,
ortodoxa Sixtina,
icono continuo y abigarrado
de beatos, santos y reyes.


sábado, 19 de marzo de 2011

Quintillos

¿Cómo osas tú quintillo
bajo palio de alcaldillo
tildarme de personajillo
en la web del capullo marchito?,
¿vas de Stasi o has perdido un tornillo?

Prosigues con mentirijilla tal bellaquería,
queriendo adjudicarme expedita militancia
en la Liga Comunista Revolucionaria;
la más odiada pesadilla trotskista
de cualquier desquiciado estalinista.

Desde el sonrojante zutabe
fijas la diana donde apuntar
a un vecino singular por opinar;
¿acaso para que otro mercader
acierte con un afilado piolet?

Valiente padrecito
siendo de Ferrol del Caudillo;
no me extraña que seas compañero
del héroe de Paracuellos,
el horroris causa D. Santiago Carrillo.


Chocolate, molinillo,
corre, corre, que te pillo
con la hoz y el martillo,
la rosa y sus espinos,
¿atupé o achupé, so inquino?

domingo, 6 de marzo de 2011

B & B

Se fue esta mañana
fría, lluviosa y callada,
el perro que me ladra,
Berta, mi perra del alma.
Y no puedo evitar el desgarro
ni encuentro consuelo
ni alivio para mi corazón,
siendo hoy de un perro su dueño.

Aúllo de dolor su ausencia,
quedan huérfanas mis manos
de caricias y juegos,
alegre tigre sin rabo,
sobre su fino y corto pelo
que a los dos el tiempo
nos pintó de blanco.

Añoro su respirar cercano,
su tozudez animal
siempre ávida y dispuesta
para comer y jugar,
mientras maldigo la ocasión
en la que ponerle ripios
a mi perra muerta.

Han sido Budy y Berta
mis dos ángeles chusqueles,
piterpanes de parques y jaurías,
custodios de lágrimas y placeres,
de sufridos afanes,
de inhóspitos sueños
y humildes amaneceres,
siempre dispuestos a un nuevo día
por el que apostar la vida.

Se nos acabó el camino
por el que juntos,
curiosos diletantes,
vimos la vida pasar,
yo llamando, silbando,
aventando su ímpetu animal,
ellos sin correa ni collar
que frenara el vigor
de sus vidas ya extinguidas.

Y de nuevo mis manos desnudas
se niegan a contener las lágrimas
que lamentan su ausencia;
bañar con ellas quiero
mis recuerdos
y que se apiaden
de los ladrillos de mi corazón.