lunes, 25 de octubre de 2010

Campanitas de Orán


Campanitas de Orán,
tilín tilán,
en Alcalá no suenan ya,
talán talán,
San Ildefonso mudo se queda,
tolón, tilín, talán.
Si Cisneros supiera
de vuestro triste final,
hoy que las cigüeñas
crotorean en su lugar,
trócolo, trócolo, trac.
Campanitas de Orán
que hasta Caspe
os dieron a llevar
para ser fundidas
en bélico metal.
Lo que a sangre
y fuego forjadas,
a fuego y sangre
han de finar.
Decidme campanitas moras,
campanitas de Orán,
¿era vuestro tímbrico restañar
como el del rojo coral,
como la luz del mihrab,
como el canto del alminar
sobre tu alegre bahía,
ciudad berberisca de Orán?.

A Emilio Sola.

jueves, 21 de octubre de 2010

"Lobos con disfraz de cordero" o fobia licántropa

Estaba Cabrín Cabrate,
en una peña, peñascate,
y vino el Lobo Lobate:
-“Cabrín Cabrate,
¿no bajas a comer la yerba,
yerba frescate?”.
Responde Cabrín Cabrate:
-“Lobo Lobate,
no bajo a comer la yerba,
yerba frescate,
porque me agarrarás del gargaberate”.
Responde el Lobo Lobate:
-“Cabrín Cabrate,
no sabes que estamos
en tiempo de ayuno
y que no podemos comer
carne de cabra, ni de cabruno”.
Bajó el Cabrín Cabrate
a comer la yerba,
yerba frescate,
y vino el Lobo Lobate
y le agarró del gargaberate.
Responde el Cabrín Cabrate:
-“Lobo Lobate,
no dices que estamos
en tiempo de ayuno,
y que no podemos comer carne
de cabra, ni de cabruno”.
Responde el Lobo Lobate:
-“Cabrín Cabrate,
ante la necesitatem: no hay pecatem”.
Amén.

Epístola de Cabrín Cabrate,
fábula recogida en Cuéllar, de Emeterio Martín,
en inolvidable versión de Nuevo Mester de Juglaría.

sábado, 16 de octubre de 2010

Donaires remix


Del alcalde y su teniente contaré
la historia, pues fui testigo,
y a todo siempre me hallé,
yo que lo sé, que lo vi, se lo digo,
yo que lo digo, lo vi que lo sé.

Hay en este pueblo insigne
una gran congregación,
que se llama el critiquismo,
de quien nos defienda Dios.
Pocos congregantes de ella
han dado con su opinión
admiración a los doctos,
ni a la plebe devoción.
A quien de la verdad es tan opuesta,
cualquiera que le digan le es molesta.


Alcalde, del gusto que vendes,
tu mucha codicia arguyo,
pues del interés te vales,
teniendo parte en el gusto.
La estimación que te das
no he de pagar de por junto,
espera en muchos la paga,
pues causas deudas con muchos.
A quien de la verdad es tan opuesta,
cualquiera que le digan le es molesta.


Tus ambiciones condeno,
y ya de tu trato huyo,
que para deleite es poco,
y para pesar es mucho.
A quien de la verdad es tan opuesta,
cualquiera que le digan le es molesta.


¡Qué buen premio os aguarda,
tras servir, del mal medrar,
pues ha de ser vuestro réquiem
algún sucio muladar!
A quien de la verdad es tan opuesta,
cualquiera que le digan le es molesta.


Despidiese de la dama,
proponiendo esta vez
no comprar gusto a dinero,
que arrepentimientos dé.
A quien de la verdad es tan opuesta,
cualquiera que le digan le es molesta.


¡Oh terrible ambición, cuántos se ven
pretender la opresión con solo el fin
de que el oficio superior les den!
A quien de la verdad es tan opuesta,
cualquiera que le digan le es molesta.


De Alonso de Castillo Solórzano

martes, 12 de octubre de 2010

El ruso

Arturo Marián Llanos,
el ruso,
español y moldavo,
tovarich, mi hermano.
El último, el más puro
bolchevique de todos
cuantos han militado.
Alcaraván estepario,
bárbaro minotauro,
ilustrador de laberintos,
entre muros confinado.
Yo he sido testigo
de tus milagros;
sobre el liso y vacío abismo
el infierno ibas desentrañando;
¡qué hermosas puertas
pintaste para el diablo!.
Arturo, hermano,
el único bolchevique
que pinta santos,
estaciones, trenes y carros,
muros, cartones y escenarios.
Cuántos ratos fumados, beodos,
huérfanos de maestros sinceros,
brindamos por Malevich, por Filónov
y tantos otros artistas amados.
No seré yo
quien haga el adagio
en esta emputecida estepa
del más revolucionario,
habiendo hecho
tú del lienzo sudario,
Arturo, mi hermano.

Aviso

Ni me he ido ni he vuelto. Seguimos aquí, pero ya no es percha en la que colgar, sino red donde tejer estas aleluyas. A puro güevo no más, mis cuates.

lunes, 11 de octubre de 2010

Las moscas de Valdeavero








Si se pusiese un idiota
en una noche de luna
a contar una por una
las luces que el cielo brota;
o la mar, gota por gota,
o las flores que el campo cría,
¡por todos los infiernos!,
muchos miles contaría,
pero son más todavía
las moscas de Valdeavero.

Ni el mismísimo Job excusado,
el más paciente entre los santos,
ni aquel Escorial que el rey mandó
construir en pinar tan serrano,
ni las municipales viviendas
de construcción inminente,
ni el alcalde y sus desafueros,
ni el termómetro a 80º fundentes
la paciencia han puesto más a temple
que tus moscas, Valdeavero.











Si un hombre trincado hubiera
todo el capital y acciones
de una anónima sociedad
y la implacable Hacienda gubernamental
lo prendiera y declarar tuviera,
¿qué multa o sanción obtuviera?
¡Yo nada más temiera que el inspector
no entre las llamas del recaudador averno
por favor lo arrojaría, que le entregaría
a tus moscas Valdeavero!

No hay recinto, momento ni alimento,
ni piel libre o embadurnada de ungüentos,
no hay siesta sin duermevela molesta
por tu alada e insectívora insistencia
que ni el propio Machado rimar pudiera,
sin que desde el infante al abuelo,
del orto al ocaso o al nocturno sueño,
no determine la procedencia
y procure sempiterna presencia
que tus moscas, Valdeavero.












Y yo, si el Poder eterno
hoy me pusiera a escoger
entre dos horas arder
en las llamas del infierno,
o mecerme en mi hamaca
mientras zumban y aterrizan
entre pringues y ensaladas,
sobre helados y dulces lamineros,
a las llamas ciento y mil veces
me entregaría con mejor agrado
que a tus moscas, Valdeavero.

(Rendido homenaje a Las pulgas de Popayán)