domingo, 16 de junio de 2013

¡Mira quién salta!

El gran salto o Tirarse a la piscina. 2008. Acrílico sobre lienzo. Antonio de Felipe.


















El acuático interés que por lúbrica
boca se afana con despecho zambullido
la sirena encarnada del arroyo fementido,
sin tener que poner cloro al agua salina
empapa mi ardiente ripio acometido.

Y puesto que no ha de ser pez
ni rosa sin espinas contenido,
y mas si no fuera porque se teje
el hablar de púas y de escamas la faz ,
siendo hombre de secano urdido,
con el ripio me personifico salaz
y en figura literaria me permito
hacerme el travestido
en mujer de su mismo oficio,
pues tanta atención plenaria
por mi legal y discreta piscina
a considerar me obliga
si no esconde alguna libido 
que yo, como fiera submarina,
solo podría saciar 
con ardiente y carnívoro instinto.

Cuando la corrupia boceras
se muestra en el pleno tan agraz
y aprieta sin piedad la solanera 
a mí me da por rapear al compás
en mitad del acuático pilón,
cigarra altavoz de su atención,
con el estribillo de esta canción:
Una vez me escupiste cenizas en los ojos
y yo te dije sigue         
Sigue sigue sigue
Tú me das malú
Malú
Malú para llegar arriba
Malú para llegar contigo.
Évame malú.

(A Carlos Oroza)