viernes, 21 de octubre de 2011

Capitán errante























¿Pero, no habías cambiado el rumbo hacia complutense broa?,
Marat de trapisonda;
¿pues, no estabas siendo llamado a más altas escotillas?,
Robespierre de pacotilla;
¿luego, no era ésta una cala de borregos y arpías?,
Danton de eléctrica guillotina.
¿Qué libresca indigestión te incita
a confundir entonces el pestilente Camarmilla
con el sangriento Sena jacobino,
siendo tú monarca del esperpento pueblerino?

¿No desdeñabas tanto discutir con camioneros y fontaneros,
que ahora das vela al pábulo de vagos dolientes y cuervos?;
¿no era el más elevado empeño ser hortelano de tu nabo
en este erial de impotentes y pajilleros bastardos,
y alimentas ahora las ratas que abandonan primero
el remo porque bogar es mucho trabajo y esfuerzo?;
¿son acaso la traición y la estafa las coordenadas
que mueven el compás caprichoso por tus procelosas cartas,
sin respeto por las sagradas leyes de la mar
ni por los hombres y mujeres curtidos en la tempestad?

Dime, sobrecargo de sentina fementida,
¿hasta cuándo la ruta trazada por esforzada marinería
intentarás cambiar en deriva miserable y fallida?
¿No llevaba tu anterior navío bucanero en la quilla
mascarón femenino de estrecha y confundida guía,
que ahora precisas de un trío de carabelas corsarias resentidas?
¿Encallar la nave querrías, práctico de marrullerías,
antes que el almirante inicie la travesía,
y por tripulación imponer la morralla airada
con la que navegar al pairo de soberbia tan indocumentada?

¿Qué faústico maelstrom te arrastra y aqueja cual Davy Jones?,
¿qué galernas terribles te acechan
que solo la maldad achica tu pena,
capitán aberrante, si hasta el santo que lleva tu nombre
decía que en esta vida hay que ser solución no el problema?

Surca presto en tu siniestro velero,
contramaestre majadero, piloto del enredo,
procurando el naufragio rastrero y sucio
de la nao briosa, proa al viento limpio del esfuerzo,
que prefieres ver convertida en pecio.

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