sábado, 18 de julio de 2009

Pantagrua y Gargantuel


Don Carnal y doña Cuaresma
gobiernan agrios la villa;
mientras uno embaúla panceta
los días de fiesta,
la otra ahíta
de bilis siempre dispuesta.

El tragaldabas de Valdeavero
se excusa de entrar en misa,
mientras acecha fuera
a comer primero
voraz y francatripa,
lo que la bandeja trujera.

Insaciable apetito muestran los triperos:
trasegando sapos parteros,
tragasables de hojas inoxidables,
zampabollos pedestres inevitables,
pantagruélico espectáculo lardero,
en toda reunión de pueblos circundantes.

La grulla gargantúa engulle
con gula toda discrepancia
de aquellos cuyos excesos aluden;
bont vivant de imposible porfía
teniendo un zampatortas por cofrade,
ordinario, zafio y trincante.

Echar al coleto quisieran
otra pitanza más dispuesta
con que rilarse pudieran y cambiar
para untar del convite municipal,
más al guiso le queda mucho por macerar
con tamaño condimento pitiminí y sideral.

El pinche anuncia el menú principal:
duelos y quebrantos para los entrantes
y olla podrida de plato culminante,
tal es el saque de tan ávidos chusqueros,
que por boca y trasero con reglotes alivian
las tripas de banquete tan escueto como artero.

(Evocación de Le Gran Buffet)

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